Actividad de Cine y Psicoanálisis

CICLO DE CINE Y PSICOANÁLISIS 2015

Patricia Natalia Rojo - Norma Alicia Sierra
Presentación
Un nuevo proyecto se inicia en esta oportunidad, convocados estamos al diálogo entre dos campos, el del Cine y el del Psicoanálisis.
De manera privilegiada, el arte cinematográfico posibilita que la palabra y la letra a través de imágenes, construya posibles enlaces de lo imaginario con lo simbólico y lo real.
En cada encuentro, este espacio será una propuesta en la que trataremos la producción cinematográfica como punto de apoyo de una actividad de extensión del psicoanálisis.
La elección de las películas no será azarosa, sino que en cada una pretendemos hallar un punto de encuentro, en el que directores, guionistas, etc., con su particular tratamiento de los temas, nos transmitan algo acerca de cómo han sido interpelados por los mismos, de los cuales muchos de ellos también se presentan día a día en nuestra práctica psicoanalítica. De esta manera el encuentro es entre dos modos de tratar lo real; por el arte, y por el discurso psicoanalítico, que haremos no tanto confluir, sino conversar.
Por lo tanto, contar a otros y con otros eso que el cine nos enseña, contar mediante eso que es capaz de producir una lectura psicoanalítica, hace de esta experiencia ocasión de un ejercicio y de una puesta a prueba de las posibilidades de transmisión.
Un lugar en el cual ver un film y participar de un debate, se vaya transformando en una experiencia enriquecedora que favorece el lazo con otros. Una ocasión que permite hablar con otros que no son del propio grupo, ni partícipes de la propia práctica acerca de los efectos que la práctica de un discurso pone en juego.
Entre lectura y lectura descubrimos a Sergio Wolf, crítico y cineasta argentino contemporáneo, quien comenta en una entrevista: las películas son meras cajas de resonancias de signos de ficciones de época. Toda película es el resultado de una forma de apropiación de la realidad.
Sería interesante si de este encuentro, el concepto y la experiencia logran contaminarse al punto que ninguno quede indemne, que cada cual pueda cargar con las huellas de haber salido de las esferas en las que suele circular.

Comentario de la película "Amores Imaginarios"

No hay más verdad en el mundo que el delirio amoroso
Alfred De Musset
Los amores imaginarios, es una película canadiense cuyo guión y dirección es de Xavier Dolan, estrenada en el Festival de Cannes 2010.
Es un film de ficción pero también testimonial. La cámara convierte al espectador en testigo, en algunas ocasiones ocular; en otras haciéndolo partícipe de escuchar monólogos de jóvenes quejumbrosos que buscan respuestas al desamor y al rechazo que han experimentado.
Amores triangulares, narcisismos, belleza, banalidad, son algunos de los temas que están presentes a lo largo de la historia, en la que todo gira fundamentalmente alrededor de la seducción.
La trama es sencilla, dos amigos que se enamoran de un mismo joven de sexualidad incierta y de una belleza que nos remonta a un ideal de la belleza griega.
Podríamos dividir la película en dos tipos de escenas que nos presentan dos aspectos diferenciados de las relaciones, por un lado el enamoramiento movido por la seducción, la belleza, el juego de miradas. Por otro las escenas de sexo que proponen mostrar la sensualidad pero también la insatisfacción de los personajes cuando se trata de sexo por el sexo mismo.
Francis (Xavier Dolan) y Marie (Monia Chokri) son dos amigos que se ven envueltos en una competencia por conquistar el amor de Nicolás (Niels Schneider), "Adonis" poseedor de una carga erótica que lo rodea como una aureola, desde el primer momento ante el espectador, y que nunca lo abandona. Ante esta representación apolínea, ¿quién podría dejar de doblegarse? Nicolás lo sabe y lo utiliza. Él se deja querer por ambos; su ambigüedad sexual no es un obstáculo, al contrario, es su fortaleza, una particular condición humana que desencadena sentimientos, emociones y malos entendidos, fincando amores imaginarios.
Ambos protagonistas amigos se van deslizando cada vez más por una pendiente obsesionalizada de fantasías con el mismo objeto de deseo.
Paralelamente deseos, afectos, pasiones de Marie y Francis son vertidos con extraños, consumados en el sexo como única válvula de escape.
En este film el director Xavier Dolan, busca mostrarnos cómo el enamoramiento puede tornarse absoluto e incondicional tan sólo por la representatividad que de alguien se tiene. Y lo que sucede cuando lo único que nos acerca al otro es lo imaginario del amor.
"Profunda insatisfacción guarda mi alma, nunca me miras como yo a ti. Amas el concepto más que la persona, en lo cotidiano ya nada funciona", texto de Oswaldo Bravo Sánchez, leído por Nicolás a sus dos enamorados, ¿sin saber lo que con esto les decía? Sobre esta rara cualidad de lo imaginario, que por instantes permite al sujeto creer que es dueño de una certeza, que existe correlación entre significado y significante. Que aquello que cree ver o escuchar es eso, y no hay lugar para la diferencia, la pregunta, el enigma.
A su vez están los pequeños detalles, todo insinuado para que lo descubramos a partir de la estética de las imágenes. Los restos de las fiestas es uno de esos detalles, ¿qué nos muestran esos desechos, si no es algo de lo real que esconde y se escamotea a través de la seducción y la ilusión amorosa? Después de la fiesta quedan restos de los cuerpos. En la fiesta se trata de imágenes atractivas, del culto a la vestimenta, a la música y al movimiento, luego Dolan nos presenta los restos de esos cuerpos, y el amor frustrado.
O sea, que a pesar de la prevalencia de una cuidada estética visual y sonora en toda la película no deja de ser una historia que nos muestra la crudeza de los desencuentros, el vacío del desamor.
Freud se preguntaba ¿por qué alguien dejaría de estar inmerso en la satisfacción del autoerotismo, sólo con su cuerpo, sin compañía?
Y la respuesta la podemos encontrar en el amor. Es el amor el que nos abre una dirección al Otro, es el que hace que se renuncie, por momentos, a ese "goce del idiota".
Nicolás! El hermoso Nicolás! ¿qué podríamos decir de este personaje? Ese especie de semidiós griego, por momentos con el narcisismo de la bella indiferencia, y en otros una figura del cinismo, como en la escena del parque cuando los mira a ellos, para seguir mirándose a sí mismo a través de la mirada de sus enamorados. Ellos peleando por él ¿qué mirada le devuelven? Nicolás decide irse, ya no le interesa. Se introduce allí algo que muestra otra cara del amor, ya no es la mirada embelesada de Marie.
¿Qué es el amor ilusorio, engañoso? La ilusión de que nos comprendemos mutuamente, que nos miramos y ya sabemos todo el uno del otro. Pero en algún momento el diablo mete la cola, y se introduce la imposibilidad en el amor. Entonces es cuando éste pasa a un registro más real, menos ilusorio, ya no se puede comprender todo ni de uno ni del otro en el amor, y por eso se hace necesario hablar. El problema es que hablar introduce el malentendido entre los sexos. La solución podría ser "¿entonces para qué hablar?, pero el silencio mata el amor, que siempre llama a la palabra. No hay salida, sino aceptar esa dimensión de imposibilidad de comprenderlo todo y de comprenderse en todo. 
Por otra parte, el amor "imaginario", sublimado, deja afuera la dimensión del encuentro con el cuerpo y el goce del partenaire. Esta sería la posición que nos muestra Marie, no importa el sexo, solo la compañía.
El amor divide subjetivamente porque siempre pone en juego la falta.
Respecto a las nuevas sexualidades es una película que nos habla del amor independientemente del sexo que se trate. Heterosexualidad, homosexualidad, hombres, mujeres. La ambigüedad sexual de Nicolás que en ningún momento se define. Al igual que la aparición del nuevo seductor al final de la película, representado por Louis Garrel, con una ambigüedad que se presenta nuevamente en ese guiño del ojo, un guiño que relanza la seducción indiferenciada, hacia los personajes de Marie y Francis, pero también a nosotros como espectadores. 
En un artículo, llamado el objeto (a) sexuado, Miquel Bassols se pregunta:
¿Cuántos sexos llegarán a contarse en este nuevo siglo? Y dice que la pregunta tiene todo su interés porque desde distintos frentes parece anunciarse el final de la era de los dos sexos y el principio de su multiplicación al infinito. El problema es que una vez que se sobrepasa el dos, "ese dos en el que se fundaba la diferencia sexual como algo irreductible, la ciencia empieza a perder ya la cuenta de los sexos posibles. Y es sabido que una vez se descubre una posibilidad, por excepcional que sea, no tarda en aparecer la reivindicación del derecho al goce de esa misma posibilidad. Esta cuenta de los sexos es también, por lo tanto, la cuenta de los sexos que podrán elegirse por medio de las técnicas llamadas de "reasignación de sexo".
¿Cuántos sexos llegarán pues a reivindicarse en este nuevo siglo, ya sea en nombre de la ciencia o de la multiplicación de los llamados géneros?
En una de las entrevistas, vemos la dificultad para orientarse respecto a esta multiplicación de las posibilidades respecto a la diferencia sexual. Puede haber siete categorías dice el joven entrevistado:
"Se puede medir. La escala de Kinsey tiene siete categorías, siete grados:
0-Exclusivamente heterosexual
1-Predominantemente heterosexual con experiencia homosexual
2-Predominantemente heterosexual ocasionalmente homosexual
3-Bisexual sin preferencias
4-Predominantemente homosexual, ocasionalmente heterosexual
5-Predominantemente homosexual, experiencia heterosexual
6-Exclusivamente homosexual".
Marie- Hélène Brousse nos dice que "Cada uno debe construir su propia definición del género". La autora llega a esta afirmación a partir de la siguiente puntuación:
Respecto al registro Imaginario, se trata de identificaciones a categorías que remiten a la imagen del cuerpo, que en la especie humana son redobladas ó corregidas por las marcas sociales.
En cuanto al orden Simbólico, define categorías de discurso que prescriben lugares, roles sociales así como modos de gozar diferente, lo cual implica desde hace unas décadas la presencia de una fragilización de las identificaciones tradicionales.
Y a nivel de lo Real, lo masculino y lo femenino se reducen a células que se emancipan de las referencias exclusivas que constituían anteriormente la imagen global del cuerpo y del discurso del amo.
¿Demanda y Deseo protagonistas principales?
El deseo histérico tiene la peculiaridad que es siempre deseo de deseo. Siempre tratando de mantenerlo insatisfecho para mantener al Otro en vilo, para mantener en suspenso el deseo del Otro. Es así como los sujetos creen que realmente desean lo que demandan, pero lo que piden no es lo que desean. La incompatibilidad radical entre la demanda y el deseo es la causa del desencuentro que se produce entre hombres y mujeres; esto implica que hay incompatibilidad entre la palabra y el deseo porque la palabra se relaciona con la demanda.
El hecho de que al sujeto la palabra le llegue del Otro nos demuestra que la palabra humana es siempre una palabra que demanda amor, pide amor, no es la demanda de un objeto determinado.

De esta manera con esta primer proyección de nuestro Ciclo de Cine y Psicoanálisis 2015 inauguramos una lectura por dichos caminos que llevan al diálogo con los signos, allí en ese punto de intersección en el cual los espectadores no tienen que recibir mensajes sino preguntas, y el que hace no tiene que dar órdenes sino mostrar a partir del hecho artístico inquietudes a compartir con destinatarios anónimos.

CINE Y PSICOANALIS: Hombres, mujeres y niños del director Jason Reitman.
Actividad realizada en conjunto con Secretaría de Extensión Universitaria de la UNSL
Comentario a cargo de CLAUDIA LIJTINSTENS

EL LUGAR DEL NIÑO EN LA ACTUALIDAD. CUERPO Y GOCE.*
Una lectura de la época, la familia, los niños y las nuevas formas de satisfacción
*Publicado en Revista digital PSIne, nro. 1. Programa de Investigación: Cine, Psicoanálisis y Otras Miradas del CIEC, Córdoba, Argentina.

Para situar algunas características actuales de los lazos, de las modalidades de emparejarse, de hacer familia, voy a hacer referencia a algunos nuevos regímenes de satisfacción y su relación a los cuerpos.
Resulta ineludible retomar la cuestión de cómo la lógica del consumo1 rige los lazos de una manera generalizada. Estos toman las mismas valoraciones mercantilizadas de etiquetas y fechas de caducidad, de lo fácilmente descartable, de las liquidaciones o las buenas ofertas. Esto produce, por un lado la deriva hacia un anonimato del sujeto en tanto bien de consumo generalizable y por otro, la manipulación del desecho, lo trucho, falso o no original que se ofrece como un objeto en si mismo devaluado a menor costo pero muy fascinador en el plano imaginario.
La avidez desenfrenada por alcanzar estos objetos y apresar la felicidad como sostén social organiza un circuito claramente siniestro en relación al empuje a la satisfacción autoerótica, componiendo extremas soledades con los desconciertos identificatorios que estas conllevan.
Si los lazos sociales quedan liberados de las tradiciones y sueltos de todo discurso -a excepción del discurso capitalista- la moral sexual y las prácticas sexuales quedan también eximidas de la represión ancestral en el Otro. Afirmada en un polimorfismo extravagante, la sexualidad adulta se acerca cada vez más a la perversión tal como Freud la planteó en el sentido perverso-polimorfo de la sexualidad infantil, con el agregado, por supuesto, de la dimensión del acto sexual.
En tanto el goce se ha liberado de la creencia, se ha fracturado el anudamiento del deseo y el amor, lo que se produce un estallido manifiesto al pasaje al acto.
Podemos definir a esta época como la de una “modernidad avanzada”2, en la que existe, por un lado, una tendencia a la democratización y a la liberalización de los vínculos pero, a la vez, se percibe una inestabilidad y desarraigo de esos lazos.
La marcada tendencia a la individualización hace que el sujeto se vea impulsado a construir su existencia alrededor de su narcisismo y su satisfacción.
En el mismo sentido y con gran frecuencia los hijos mismos obstaculizan este proceso o, por el contrario, recae en ellos el antídoto contra la soledad.
Si antes eran las parejas las que, idealmente, programaban los nacimientos y se encargaban de trasmitir el nombre y el apellido familiar como un derecho de los niños, hoy se visualiza cómo es a partir del niño que se constituye una familia. “Es el niño el que hace la familia”, sea cual fuese el lazo social (no necesariamente biológico) que determina esta asociación.
Las transformaciones de la familia3 moderna pueden situarse como consecuencia directa de las transformaciones de la moral sexual, que está condicionada a su vez no sólo por los cambios generacionales sino también por las nuevas tecnologías y las formas discursivas que promueven tomar al niño como objeto de consumo o como el desecho de los lazos familiares mismos. (el niño resto).
Observamos como la simetría reina en estas nuevas configuraciones, y los medios de comunicación funcionan muchas veces más bien como medios masivos de identificación, justamente cuando los referentes familiares o los de una autoridad permanecen frágiles para decodificar sus mensajes y acercar alguna interpretación.
El niño queda, así, simplemente captado por la imagen, sin poder descifrar los imperativos a agruparse bajo el mismo rasgo común, bajo la misma satisfacción, sin la necesidad de pasar por el otro.
Así es como funciona la primacía de lo imaginario y lo virtual en la tendencia actual de la comunicación.
Por la inmediatez de la información, el saber que el niño construye alrededor de aquello que no tiene una sencilla representación (la sexualidad, la muerte, el devenir humano) resulta o insuficiente o excesivo para construir un sentido que organice temporalmente su decir y su lazo. Y esto, en tanto lo que permanece ausente es un referente que sirva de traducción a los asuntos de la satisfacción.
Cuando ese saber no logra servir de soporte de una ficción que permita acomodar e interpretar la realidad, irrumpen la angustia, las inhibiciones y los síntomas como arreglos inusitados e ineludibles.
En cuanto a las parejas y el amor….

Las declinaciones del amor y de la sexualidad, el adormecimiento o el embelesamiento por la imagen y las pantallas, impactan en las nuevas particularidades que asume la sexualidad.
Cada uno con su estandarte de goce se construye una lista de nominaciones que devienen de las prácticas de goce que se vuelve interminable. Y estas nominaciones son ofrecidas para promover más identificaciones a esa caracterización de satisfacción…
Tan interminable es esa lista como los modos de gozar, aspirando a eliminar el malentendido, la castración y dejando reducido cada sujeto al extremo del sentido común a partir de ese broche imaginario de satisfacción.
Estas modalidades de elecciones menos estándares delinean formas novedosas de anudamiento que se vuelven compatibles con la variedad y la multiplicidad de nuestro tiempo. Nuevas formas subjetivas no ancladas del todo al Nombre del Padre ni al falo, o como dice Eric Laurent, “…donde el NP está, pero no pueden hacer uso de este instrumento…4”, trayendo aparejadas neo identidades.
Un artículo publicado en abril de 2013 en el New York Times da cuenta del fenómeno haciendo referencia a la nueva sigla que proponen los militantes universitarios por los derechos por la diversidad sexual: LGBTQIAP.
A la conocida Lesbians, Gays, Bisexual and Transexuals, agregan la “A” por asexual, para quienes carecen de atracción sexual, la “Q” para los “questioning” o confundido, la “I” de intersexual, personas de sexo ambiguo, y la “P”, para quienes se consideran pansexuales o poliamorosos.
Esta aspiración al reconocimiento de los derechos de quien se reconoce como homosexual, poliamoroso o andrógino, como héterocurioso o pansexual, gira en realidad también en torno a la cuestión de la legalización, de la normalización de las conductas.
Este empuje a modos de goce segregativos, resultante del multiculturalismo contemporáneo, traduce también la fragmentación del NP.
Las identidades múltiples, simétricas, semejantes, la “vecindad de goces”, es lo que viene al lugar de la identificación, donde el cuerpo, el amor y la sexualidad son claramente devaluados, promoviendo semblantes fugaces, efímeros que deprecian en el mismo nivel el encuentro con el otro sexo.
En el film, “Hombres, mujeres y niños”, del director Jason Reitman (2014), se investiga el efecto de esta devaluación sobre las familias, los adolescentes y sus padres.
Allí se muestra cómo la pornografía y las redes sociales en general son, al mismo tiempo, la evasiva y la causa de una trama de conflicto dentro de lo familiar y lo subjetivo, donde lo íntimo se vuelve público, donde los derechos y leyes entre padres e hijos están permanentemente manipulados, donde el anonimato es una protección y la felicidad un bien supremo al que es posible de arribar.
Se pueden apreciar las simetrías entre padres e hijos, entre madres e hijas, las analogías de goces en las que prevalece como ordenador el ideal de esos cuerpos que pueden alcanzar el éxtasis de un goce desconocido.
Desligándose de las relaciones y de los lazos, los cuerpos se encuentran sin la trama discursiva que los envuelve. Cuerpos adormecidos, entumecidos, freezados o aburridos, protegidos y sumergidos en un goce autoerótico fuertemente expuestos al goce de la mirada.
Padres ocupados en sus propios goces interrumpidos, o en sus propios fracasos por la fractura silenciada entre el amor y el deseo, transforman el amparo y la protección en sinónimo de vigilancia. Producto de sus propias decepciones y desilusiones, se encargan de volverse centinelas de lo imaginario y de lo imposible de programar del encuentro siempre equívoco de los sexos.
Reclaman porque sus hijos no relatan o confiesan sus angustias cuando, en realidad, no hay quien escuche ni se detenga a mirar.
Las pantallas funcionan como espejos de cuerpos excesivamente delgados, de pornografía o de video- juegos, en los que adolescentes y padres quedan atrapados en un goce virtual/visual del espejo, en una inmersión en la imagen que crea la ilusión preventiva de hacer desaparecer el propio cuerpo a partir de lograr ausentarse lo más posible del otro.
Así también la pornografía explorada por padres e hijos se convierte en una especie orgía de partes sin cuerpo y sin amor5. Satisfacciones asociadas esencialmente a un objeto sin el entramado del entrecruzamiento entre el amor, deseo y goce. La elocuencia del film permite apreciar que, cuando el malentendido y el síntoma de la pareja parental se reduce al rechazo sexual del partenaire, el adolescente vive su iniciación sexual con el mismo rasgo de rechazo, impotencia y angustia para acceder a un goce sexual.
Inhibiciones severas, anorexias extremas, desamparo, soledades agudas, angustias y extravíos, miedos y hasta la depresión y el pasaje al acto es lo que muestran muchos jóvenes frente al mandato despiadado de un cuerpo que luzca como el trofeo ideal, ya sea el del deportista triunfador o el de la belleza extrema.
Lacan, en “La tercera”, habla de la angustia y se pregunta ¿a qué tenemos miedo? Y responde que tememos a nuestro cuerpo. Es el sentimiento que surge de esa sospecha que nos viene de reducirnos a nuestro propio cuerpo. Es el miedo del miedo.
Allí cuando el sujeto queda sólo reducido a un objeto de satisfacción pulsional, la pulsión queda taponada por sus objetos y allí emerge el miedo y la angustia.
Lo vemos en la joven anoréxica más abruptamente, en los padres y sus propios desvaríos.
Pero también vemos que cuando ingresa el amor en el lazo, como en el film, asoma en Tim la posibilidad de frenar esa tendencia del sujeto a la identificación al objeto y con ello, algo importante en la vida puede suceder. La posibilidad de restituir algo de un sentimiento de vida, luego del abandono y rechazo de la madre y del apartar él mismo, el futbol como el significante y la vía que hasta ese momento le permitía el acceso al padre y a la vida.
Hay alguien que toma el lugar de Otro, de un significante vivo, de un cuerpo y de una palabra…, y eso alivia.
Muchas veces el analista viene a ese lugar. A ofrecerse como un significante vivo, un cuerpo, una palabra….intentando despertar del adormecimiento, a sacar al niño o al joven de esa absorción por la imagen. Lo hace de manera discreta, acompañándolo en la lectura de esos nuevos semblantes para tratar de hacer con lo imposible, localizando una posición singular de goce en un cuerpo animado.









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