jueves, 26 de mayo de 2016

Wilfred Ronald Donald Fairbairn o el peronismo sin Perón[i]

                                                                 Lucio Pierini

I
Este escrito no versa sobre política (¿o si?) ni tampoco de figuras destacadísimas como padres de escuela y detractores (o si?), y lo que podemos decir, que tampoco se trata de una discusión acerca de un momento particular de la historia del movimiento político más importante de la historia de la República Argentina; el presente escrito busca ampliar la referencia que hace Jacques Lacan al autor Fairbairn[ii] en su clase del día 12 de Noviembre de 1958, correspondiente a la primer clase “Construcción del Grafo” del Seminario 6 “El Deseo y su interpretación”.

II

Si leemos la página 12 de esa clase, Lacan dice –casi al pasar- que “La teoría analítica se apoya entonces por entero en la noción de libido (…) No obstante, he aquí que desde hace algún tiempo vemos esta teoría cada vez más orientada en una dirección que ha cambiado.”
 Aquí hace referencia a Fairbain y, más específicamente a la idea directriz de su –así llamada- “situación endopsíquica” que reemplaza en su teoría a la segunda tópica freudiana que aparece en “El yo y el ello”.
¿A qué hace referencia Fairbairn con que “la líbido es buscadora de objetos y no buscadora de placer” -object-seeking y pleasure-seeking en el Seminario-.
Primero lo primero. Es indudable que la teoría del principio de placer es una de las bases del edificio freudiano, desde el “Proyecto…”, pasando por “La interpretación de los sueños”, hasta “La escición del yo en el proceso defensivo” (escrito no terminado dado su fallecimiento).
Si pudiéramos resumir al máximo la teoría de las pulsiones en Freud diríamos que, uno de los principios que rigen en el psiquismo, el principio de placer indica que el sistema al cargarse de energía va a experimentar displacer, el cual se trastoca en placer al ejecutarse la descarga. En el “Proyecto…” esta idea soporta las experiencias de placer y dolor, que inauguran el psiquismo. En “Interpretación de los sueños” este principio organiza el aparato psíquico en consciente, pre-consciente e inconsciente, soportando el concepto de censura, proceso primario/proceso secundario y los tres tiempos de lo reprimido. En “La escición…” su papel está entre bambalinas, pero pensamos que es básico en el proceso de la Spaltung sino… ¿porqué el yo aceptaría dos versiones de la realidad a costa de perder su integridad?.
En el contexto de “El yo y el Ello” –artículo al que se dirige la crítica de Fairbairn, por supuesto retroactiva al resto de la obra de Freud- se da cuenta de muchos ejes problemáticos, en especial a reconfigurar el modelo tópico del psicoanálisis, en particular a partir de lo planteado en “Más allá del principio de placer” e “Introducción del Narcicismo”. A partir de este texto vemos reconfigurarse el modelo tópico, integrándose en una estructura (sin que esto tenga un sentido funcional “estructuralista”) de tres organizaciones psíquicas (Ello, Yo, Super-Yo), en el que lo económico se encuentra energizado por la pulsión de vida –Eros- (¿el sistema placer/realidad?) y por la pulsión de muerte –Tánatos- (¿el más allá del principio del placer?). Por otro lado, la contrapartida de la pulsión es el objeto, en Freud. Más allá que en la experiencia de dolor el objeto se encuentre perdido para siempre, siempre que Freud piense en la pulsión puede estar pensando en un objeto de placer, de angustia, o probablemente en un objeto de importancia estructural, como en “Duelo y melancolía”.   
 En ese punto, Fairbairn argumenta que Freud estaba equivocado, imprimiéndole un estilo erróneo a la teoría y a la clínica.
Con respecto a la clínica, y en esto podemos darle un poco la derecha, más allá de estar equivocado o plantear de un modo falaz la teoría, se atrevió a tomar en su práctica terapéutica la psicosis, situación con la que Freud no estaba de acuerdo, y que, de una forma u otra habilita una reflexión teórica distinta que la clínica de las neurosis. Pienso en Klein, en Bleuler y en Lacan, de quienes su experiencia abordando la psicosis ofrece distintos bemoles a la clínica de la neurosis. El mismo “análisis” de Freud del caso Schreber lo lleva a un nuevo camino que al esbozado desde el caso Dora.
III

Ahora bien, Fairbairn dice que Freud puso los caballos a empujar la carreta, mientras que lo cierto es que los caballos tienen que tirar la carreta. La idea de Freud de que la libido es buscadora de placer es la que empuja el psicoanálisis, y que para hacer psicoanálisis verdaderamente tienen que ser la libido buscadora de objeto quien tire del análisis.
Epistemológicamente se tienen que dar 3 aprioris para poder articular la crítica y la argumentación de Fairbairn:
1º) Un Freud biologicista.
 2º) Un Freud Abrahamista.
 3º) Jung, Bleuler y Janet deben pertenecer al pensamiento psicoanalítico.
Dadas estas tres características del psicoanálisis al que confrontan, este es el pensamiento de Fairbairn.
Lo que intenta hacer es un psicoanálisis que parta desde lo ambiental y se subyugue al contexto.
Para criticar a Freud parte del pensamiento de Glover (otro psicoanalista “objetal”, luego fundador de la Escuela del Yo), quien propone que el desarrollo del yo se da por procesos de integración de los núcleos yoicos que representan lo oral, lo activo, pasivo, masculino, de dar y tomar, perseguidores, jueces internos. Estos núcleos se formarían por “cristalización psíquica localizada” no solo a nivel de zonas erógenas. De igual modo, las disociaciones de estos núcleos implican la involución yoica, tal es el concepto de factores esquizoides.
A partir de ello, Fairbairn propone que el desarrollo de la libido que propone Freud en “Tres ensayos…”, es decir, de la pulsión parcial al predominio de la pulsión genital, coincide con lo propuesto por Glover.
Pero, basándose en equiparar a Freud y Abraham, discute el carácter y valor de la teoría de la fijación y la regresión.
Acuerda con que las fijaciones en la etapas orales (I y II) dan lugar a “estados esquizoides” y “psicosis maníaco-depresiva”, ya que en estas etapas se relaciona directamente con un “objeto natural” (pecho materno) a través de la boca. Discute las fijaciones anales y fálicas, por tratarse de objetos simbólicos -heces y falo-. Por lo tanto, expresa que los estados paranoides, obsesivos, histéricos y fóbicos representan más bien técnicas para defender al yo de los conflictos de origen oral.
Para graficar, expresa que la actitud de la fijación fálica puede representarse por medio de la fantasía de felación, que a su gusto tiene un tinte más bien oral que fálico. De esta forma, expresa que Freud se ha equivocado en resaltar el papel de “contraseña” la obtención del placer en la relación objetal, sino que más bien la “contraseña” sería la obtención del objeto en esta relación.
De esta forma, la libido puede considerarse una energía similar a la corriente eléctrica que fluye por los caminos que le ofrecen la menor resistencia. Por lo tanto, califica las zonas erógenas como “facilitadas” y en contacto con el objeto. Una de ellas, y la más importante, es la boca.
Entonces, este contacto con el objeto de la pulsión va a estructurar el yo de modo introyectivo. La libido es entonces equiparada a la “pulsión de vida” y al amor, que opera a modo de síntesis. Por otro lado, la “pulsión de muerte” es equiparada a la agresión (externa), represión y disociación (interna). Tales términos, interno/externo, en sentido literal.
Esta reconfiguración produce cambios en la psicopatología y también en la situación de análisis.
Finaliza esta parte de la exposición preguntándose ¿Por qué succiona el pulgar el lactante?
Como dato final, toma aportes de Jung, como su noción de “introvertido” y “extrovertido”, de Janet con respecto a la histeria y de Bleuler en relación al concepto “esquizofrenia”.

IV

¿Por qué Lacan hace referencia a este autor? Es bastante frecuente de Lacan haga referencia a Fairbairn, casi siempre bajo la forma de crítica y señalando su teoría como “desviación” con respecto al corpus freudiano.
En efecto, el primer apartado de la primera clase del Seminario 6 (página 12) comienza enunciando tal cambio de dirección y nombra su apellido, ligado a que “{para los psicoanalistas} la libido ya no es pleasure-seeking, sino object-seeking.
De acuerdo al párrafo que sigue, proponiendo como respuesta a esta desviación, la reintroducción del término deseo. Tal propuesta da por tierra dos planteos epistémicos del “objetalismo”: la materialidad del objeto de la pulsión en relación al sujeto; y la maduración evolutiva del sujeto con respecto a su relación con tal objeto.
Podríamos incluso postular (al menos provisoriamente) la oposición total entre estos dos apriorismos epistémicos con lo que Lacan introduce en el seminario: basados en el Seminario 6, podemos pensar la insustancialidad del objeto en psicoanálisis, recordemos,  como una “falta de objeto”. Tal propuesta parece estar en la línea del deseo en Lacan. En segundo lugar, la relación imaginaria con ese supuesto objeto, como en línea con el fantasma en Lacan.




[i] El título hace referencia a un chiste dicho en la clase de grupos.
[ii] No quería incluir la nota acerca de lo biográfico en el cuerpo del texto para no desviar el problema que se aborda. Lo que podemos resaltar de su biografía, por un lado es que nació en Edimburgo, Escocia en 1889 y falleció en 1964. Si bien pertenecía a la Escuela Británica de Psicoanálisis, más precisamente catalogado integrante del “middle group” junto a Winnicott, Bowlby, Balint, etc, aquellos que no quedaban en los polos teóricos que quedaron luego del debate Klein – Anna Freud. Según está ubicado en el prefacio de su libro, escrito por Ernest Jones, destaca que su ubicación geográfica –Escocia- lo hacía un analista fuera de discusiones teóricas entre colegas, lo cual –Jones no puede resolverlo- no podemos saber si es un logro o un problema. Pero, sus ideas se encuentran discutidas en numerosos artículos de Lacan y también en “Notas sobre algunos mecanismos esquizoides” de Klein. Su obra escrita consta de pequeños textos de divulgación, de los cuales cerca de la mitad están traducidos al español y publicados por Editorial Hormé bajo el nombre de “Estudio psicoanalítico de la personalidad”. Como último dato saliente –y quizá un dato que no cuentan en la Universidad- es que además de psicoanalista y médico, era filósofo y teólogo. Sus continuadores más conocidos son Kohut y Guntrip.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario