Lucio Pierini
I
Este escrito no
versa sobre política (¿o si?) ni tampoco de figuras destacadísimas como padres
de escuela y detractores (o si?), y lo que podemos decir, que tampoco se trata
de una discusión acerca de un momento particular de la historia del movimiento
político más importante de la historia de la República Argentina; el presente
escrito busca ampliar la referencia que hace Jacques Lacan al autor Fairbairn[ii] en su
clase del día 12 de Noviembre de 1958, correspondiente a la primer clase
“Construcción del Grafo” del Seminario 6 “El Deseo y su interpretación”.
II
Si leemos la página
12 de esa clase, Lacan dice –casi al pasar- que “La teoría analítica se apoya entonces por entero en la noción de libido
(…) No obstante, he aquí que desde hace algún tiempo vemos esta teoría cada vez
más orientada en una dirección que ha cambiado.”
Aquí hace referencia a Fairbain y, más
específicamente a la idea directriz de su –así llamada- “situación
endopsíquica” que reemplaza en su teoría a la segunda tópica freudiana que
aparece en “El yo y el ello”.
¿A qué hace referencia
Fairbairn con que “la líbido es buscadora
de objetos y no buscadora de placer” -object-seeking y pleasure-seeking en
el Seminario-.
Primero lo primero.
Es indudable que la teoría del principio de placer es una de las bases del
edificio freudiano, desde el “Proyecto…”, pasando por “La interpretación de los
sueños”, hasta “La escición del yo en el proceso defensivo” (escrito no
terminado dado su fallecimiento).
Si pudiéramos
resumir al máximo la teoría de las pulsiones en Freud diríamos que, uno de los principios
que rigen en el psiquismo, el principio de placer indica que el sistema al
cargarse de energía va a experimentar displacer, el cual se trastoca en placer
al ejecutarse la descarga. En el “Proyecto…” esta idea soporta las experiencias
de placer y dolor, que inauguran el psiquismo. En “Interpretación de los
sueños” este principio organiza el aparato psíquico en consciente,
pre-consciente e inconsciente, soportando el concepto de censura, proceso
primario/proceso secundario y los tres tiempos de lo reprimido. En “La
escición…” su papel está entre bambalinas, pero pensamos que es básico en el
proceso de la Spaltung sino… ¿porqué el yo aceptaría dos versiones de la
realidad a costa de perder su integridad?.
En el contexto de
“El yo y el Ello” –artículo al que se dirige la crítica de Fairbairn, por
supuesto retroactiva al resto de la obra de Freud- se da cuenta de muchos ejes
problemáticos, en especial a reconfigurar el modelo tópico del psicoanálisis,
en particular a partir de lo planteado en “Más allá del principio de placer” e
“Introducción del Narcicismo”. A partir de este texto vemos reconfigurarse el
modelo tópico, integrándose en una estructura (sin que esto tenga un sentido
funcional “estructuralista”) de tres organizaciones psíquicas (Ello, Yo, Super-Yo),
en el que lo económico se encuentra energizado por la pulsión de vida –Eros-
(¿el sistema placer/realidad?) y por la pulsión de muerte –Tánatos- (¿el más
allá del principio del placer?). Por otro lado, la contrapartida de la pulsión
es el objeto, en Freud. Más allá que en la experiencia de dolor el objeto se
encuentre perdido para siempre, siempre que Freud piense en la pulsión puede
estar pensando en un objeto de placer, de angustia, o probablemente en un
objeto de importancia estructural, como en “Duelo y melancolía”.
En ese punto, Fairbairn argumenta que Freud
estaba equivocado, imprimiéndole un estilo erróneo a la teoría y a la clínica.
Con respecto a la
clínica, y en esto podemos darle un poco la derecha, más allá de estar
equivocado o plantear de un modo falaz la teoría, se atrevió a tomar en su
práctica terapéutica la psicosis, situación con la que Freud no estaba de
acuerdo, y que, de una forma u otra habilita una reflexión teórica distinta que
la clínica de las neurosis. Pienso en Klein, en Bleuler y en Lacan, de quienes
su experiencia abordando la psicosis ofrece distintos bemoles a la clínica de
la neurosis. El mismo “análisis” de Freud del caso Schreber lo lleva a un nuevo
camino que al esbozado desde el caso Dora.
III
Ahora bien, Fairbairn
dice que Freud puso los caballos a empujar la carreta, mientras que lo cierto
es que los caballos tienen que tirar la carreta. La idea de Freud de que la
libido es buscadora de placer es la que empuja el psicoanálisis, y que para
hacer psicoanálisis verdaderamente tienen que ser la libido buscadora de objeto
quien tire del análisis.
Epistemológicamente
se tienen que dar 3 aprioris para poder articular la crítica y la argumentación
de Fairbairn:
1º) Un Freud
biologicista.
2º) Un Freud Abrahamista.
3º) Jung, Bleuler y Janet deben pertenecer al
pensamiento psicoanalítico.
Dadas estas tres
características del psicoanálisis al que confrontan, este es el pensamiento de
Fairbairn.
Lo que intenta hacer
es un psicoanálisis que parta desde lo ambiental y se subyugue al contexto.
Para criticar a
Freud parte del pensamiento de Glover (otro psicoanalista “objetal”, luego
fundador de la Escuela del Yo), quien propone que el desarrollo del yo se da
por procesos de integración de los núcleos yoicos que representan lo oral, lo
activo, pasivo, masculino, de dar y tomar, perseguidores, jueces internos.
Estos núcleos se formarían por “cristalización psíquica localizada” no solo a
nivel de zonas erógenas. De igual modo, las disociaciones de estos núcleos
implican la involución yoica, tal es el concepto de factores esquizoides.
A partir de ello,
Fairbairn propone que el desarrollo de la libido que propone Freud en “Tres
ensayos…”, es decir, de la pulsión parcial al predominio de la pulsión genital,
coincide con lo propuesto por Glover.
Pero, basándose en
equiparar a Freud y Abraham, discute el carácter y valor de la teoría de la
fijación y la regresión.
Acuerda con que las
fijaciones en la etapas orales (I y II) dan lugar a “estados esquizoides” y “psicosis
maníaco-depresiva”, ya que en estas etapas se relaciona directamente con un
“objeto natural” (pecho materno) a través de la boca. Discute las fijaciones
anales y fálicas, por tratarse de objetos simbólicos -heces y falo-. Por lo
tanto, expresa que los estados paranoides, obsesivos, histéricos y fóbicos
representan más bien técnicas para defender al yo de los conflictos de origen
oral.
Para graficar,
expresa que la actitud de la fijación fálica puede representarse por medio de
la fantasía de felación, que a su gusto tiene un tinte más bien oral que
fálico. De esta forma, expresa que Freud se ha equivocado en resaltar el papel
de “contraseña” la obtención del placer en la relación objetal, sino que más
bien la “contraseña” sería la obtención del objeto en esta relación.
De esta forma, la
libido puede considerarse una energía similar a la corriente eléctrica que
fluye por los caminos que le ofrecen la menor resistencia. Por lo tanto,
califica las zonas erógenas como “facilitadas” y en contacto con el objeto. Una
de ellas, y la más importante, es la boca.
Entonces, este
contacto con el objeto de la pulsión va a estructurar el yo de modo
introyectivo. La libido es entonces equiparada a la “pulsión de vida” y al
amor, que opera a modo de síntesis. Por otro lado, la “pulsión de muerte” es
equiparada a la agresión (externa), represión y disociación (interna). Tales términos,
interno/externo, en sentido literal.
Esta reconfiguración
produce cambios en la psicopatología y también en la situación de análisis.
Finaliza esta parte
de la exposición preguntándose ¿Por qué succiona el pulgar el lactante?
Como dato final, toma
aportes de Jung, como su noción de “introvertido”
y “extrovertido”, de Janet con
respecto a la histeria y de Bleuler en relación al concepto “esquizofrenia”.
IV
¿Por qué Lacan hace
referencia a este autor? Es bastante frecuente de Lacan haga referencia a
Fairbairn, casi siempre bajo la forma de crítica y señalando su teoría como
“desviación” con respecto al corpus freudiano.
En efecto, el primer
apartado de la primera clase del Seminario 6 (página 12) comienza enunciando
tal cambio de dirección y nombra su apellido, ligado a que “{para los
psicoanalistas} la libido ya no es pleasure-seeking,
sino object-seeking.”
De acuerdo al
párrafo que sigue, proponiendo como respuesta a esta desviación, la
reintroducción del término deseo. Tal
propuesta da por tierra dos planteos epistémicos del “objetalismo”: la
materialidad del objeto de la pulsión en relación al sujeto; y la maduración
evolutiva del sujeto con respecto a su relación con tal objeto.
Podríamos incluso
postular (al menos provisoriamente) la oposición total entre estos dos
apriorismos epistémicos con lo que Lacan introduce en el seminario: basados en
el Seminario 6, podemos pensar la insustancialidad del objeto en psicoanálisis,
recordemos, como una “falta de objeto”.
Tal propuesta parece estar en la línea del deseo
en Lacan. En segundo lugar, la relación imaginaria con ese supuesto objeto,
como en línea con el fantasma en
Lacan.
[i] El título hace referencia a un chiste dicho en la clase de grupos.
[ii] No quería incluir la
nota acerca de lo biográfico en el cuerpo del texto para no desviar el problema
que se aborda. Lo que podemos resaltar de su biografía, por un lado es que
nació en Edimburgo, Escocia en 1889 y falleció en 1964. Si bien pertenecía a la
Escuela Británica de Psicoanálisis, más precisamente catalogado integrante del
“middle group” junto a Winnicott, Bowlby, Balint, etc, aquellos que no quedaban
en los polos teóricos que quedaron luego del debate Klein – Anna Freud. Según
está ubicado en el prefacio de su libro, escrito por Ernest Jones, destaca que
su ubicación geográfica –Escocia- lo hacía un analista fuera de discusiones
teóricas entre colegas, lo cual –Jones no puede resolverlo- no podemos saber si
es un logro o un problema. Pero, sus ideas se encuentran discutidas en
numerosos artículos de Lacan y también en “Notas sobre algunos mecanismos
esquizoides” de Klein. Su obra escrita consta de pequeños textos de divulgación,
de los cuales cerca de la mitad están traducidos al español y publicados por
Editorial Hormé bajo el nombre de “Estudio psicoanalítico de la personalidad”.
Como último dato saliente –y quizá un dato que no cuentan en la Universidad- es
que además de psicoanalista y médico, era filósofo y teólogo. Sus continuadores
más conocidos son Kohut y Guntrip.
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